viernes, 15 de marzo de 2013

Bien aprende quien buen maestro tiene.


No sé si habrán leído ustedes la noticia que ha arrasado en las redes sociales: El 86% de los  aspirantes a una plaza de maestro en Madrid  no superó un examen que contenía preguntas que debería saber contestar un niño de 12 años.

El titular es, ya de por sí,  alarmante, pero al leer todo lo que añade Público al respecto lo primero que se me pasó por la cabeza es que debía tratarse de un “fake” propio de El Mundo Today. Algunos de los datos son, más que alarmantes, increíbles:

  • Solo un 7% sabe contestar a preguntas básicas como la equivalencia de kilómetros a metros.
  • Un 69% no supo situar de forma correcta los límites y nombres de las comunidades autónomas. Y  Galicia o Cataluña fueron nombradas como La Coruña y Barcelona.
  • Aparecieron respuestas como que la gallina es un "mamífero" o el caracol un "crustáceo".
  • Se llegaron a restar hasta 30 puntos por faltas de ortografía tales como: anbito, conduzta, adsequible, hacercar, Cordova, Nabarra,Valladoliz, vagaje, veverlo, lleba, bolcán, Hurano, deverá, gerarquia, obserbara, enrraizada, escursiones, incapie, inportancia.

Y así una mención  tras otra, cada cual más propia de una película de ciencia ficción.

No voy a entrar a criticar si se trata o no de una maniobra de la comunidad de Madrid para cambiar el sistema de oposiciones. No voy a entrar en ningún debate porque me parece que estos datos son simple y llanamente vergonzosos. Existe una cultura mínima que se le exige a cualquiera, pero mucho más a un maestro. Es normal que muchos no recordemos a día de hoy por qué provincias pasa el Ebro o que dentro de una comunidad grande nos despistemos a la hora de colocar cada provincia en su lugar exacto, pero esto no se puede permitir a quien se dedica a enseñárselo a las próximas generaciones.  
Claro está que como dice nuestro refranero “El mejor maestro echa un borrón”, pero no estamos hablando ni mucho menos de eso. Estamos hablando de desidia, de falta de dedicación y de un desinterés total. Son evidentes las constantes agresiones que ha sufrido recientemente este colectivo en forma de recortes de todo tipo, pero eso no puede justificar esta incultura. La figura del maestro siempre se ha entendido como algo vocacional y así debe ser.  Su labor social es enorme pues ellos, y solo ellos, tienen el futuro de nuestro país en sus manos.

El respeto comienza por la admiración y la admiración hay que ganársela. Hablamos constantemente de la pérdida de autoridad de la figura del maestro -un tema muy preocupante que sin duda merece otra entrada- pero visto lo visto parece que los primeros en perderse el respeto han sido ellos mismos. Y quepa decir, antes de que me echen a los leones, que estoy segura de que en nuestro país aún quedan muchos profesores capaces de encandilar a sus alumnos e inculcarles un amor por el conocimiento que  les guiará el resto de sus días.

El porvenir está en manos del maestro de escuela.
Victor Hugo. 

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