Cuenta una leyenda que un gran topo emergía cada noche de los
cimientos destrozando todo aquello que canteros y artesanos habían construido
durante el día. Es por eso que la Catedral de León quedó paralizada durante 50
años hasta que, en 1255, Alfonso X el Sabio y el obispo Martín Fernández
retomaron su construcción. Aún tendría que soportar otros 50 años más de obras para
dar por terminado el edificio y siglos de reformas para llegar a mostrarse en
todo su explendor.
De estilo gótico, como Nötre Dame, la catedral se alza
majestuosa sobre el centro de León, sola, sin edificios que le roben el
protagonismo en un ambiente mágico y diáfano. Su porte impecable hace que
parezca sacada de un cuento. Fuera, pero también dentro, destacan sus
vidrieras.
El conjunto de vidrieras de la catedral de León cuenta con
134 ventanales y 3 grandes rosetones y es, sino el más importante del mundo, al
menos uno de ellos junto al de la catedral de Chartres. La luz se filtra de una
manera especial por estos cristales que nos muestran desde escenas
bíblicas hasta motivos vegetales. Si desde el exterior el resultado es de una
belleza destacable, desde dentro el sol se cuela
a través de los diversos colores
llenando todo el espacio de una luz muy especial, como si se encontrase llena de
focos dispuestos a revelarnos los
secretos más oscuros que este histórico edificio guarda entre sus paredes.
Desde aquí os mando un saludo. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario